Aunque la noche de final de la Copa del Rey de 2014, todos los millones se olvidarían por lo que hizo el delantero galés en el terreno de juego. Gracias a el el Real Madrid se llevaría a casa su decimonovena Copa del Rey de su historia.
Aunque la noche de final de la Copa del Rey de 2014, todos los millones se olvidarían por lo que hizo el delantero galés en el terreno de juego. Gracias a el el Real Madrid se llevaría a casa su decimonovena Copa del Rey de su historia.
Gareth Bale, lucía como flamante fichaje galáctico del enésimo proyecto de Florentino Pérez, había costado 120 millones, o al menos, es lo que decían las cifras publicadas, aunque se pensaba que había sido mucho más. Aunque la noche de final de la Copa del Rey de 2014, todos esos millones se olvidarían por lo que hizo el delantero galés en el terreno de juego. Gracias a el el Real Madrid se llevaría a casa su decimonovena Copa del Rey de su historia.
El partido se antojaba como el partido del siglo. Una apuesta segura de partidazo. Un clásico que ya de por si es mediático, enfrentado en una final de copa. Sin embargo, el partido acabo por ser más decepcionante de lo que se esperaba, es lo que tiene crearse altas expectativas y realizar pronósticos deportivos, que en la mayoría de las ocasiones tienden a decepcionarte. Te damos todos los detalles en Deporte al minuto.
Desde el inicio, el Real Madrid se mostró mucho más ambicioso que el Futbol Club Barcelona. Los culés arrastraban la filosofía que había dejado Pep Guardiola, pero estaban muy lejos de ser aquel equipo histórico que dominaba el tiempo y el espacio en el terreno de juego mejor que nadie. El balón ya no volaba en la zona de ataque y los bajitos ya no la escondían como antes. Solo su gran estrella, Leo Messi y por momentos un mágico Iniesta eran capaces de desequilibrar defensas.
El argentino no llegaba en su mejor momento, y sin el el Barcelona es un equipo que le falta vigor. Que las casas de apuestas se decantasen los días antes por el Madrid estaba justificado. Apostar por la victoria del Real era una apuesta sin riesgo, o al menos sin demasiado riesgo. Así comenzó el partido, con errores repetidos y sin intensidad, era previsible un gol de los blancos y Di María lo hizo realidad. Un error en la salida de balón de Dani Alves lo aprovechó Isco para lanzar un fugaz contraataque que acabaría con un disparo cruzado de Di María, poniendo el balón lejos de los guantes de Pinto acabando dentro de las mallas de la portería culé.
La ausencia de Cristiano Ronaldo le sirvió como excusa a Carlo Ancelotti para proveer al once de un sistema de ayudas en el medio campo. Isco, Di Maria, Xabi Alonso y Modric se ayudaban continuamente, dejando descolgados a Bale y Benzema para lanzar contragolpes. Este planteamiento contra todo pronóstico hizo mucho daño cogiendo continuamente las espaldas de los defensores. El Barça dominaba el balón pero el Madrid creaba el peligro.
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Nadie, ni las mejores casas de apuestas, auguraban lo que iba a suceder con Marc Bartra en la segunda mitad. El Barça seguía teniendo el balón, hasta la llegada del minuto 68 en la que se produjo un córner a favor del equipo culé. Y cuando nada pasaba apareció Bartra. El canterano se sumó al ataque, chutó a puerta desde fuera del área y Casillas tuvo que estirarse para salvar el gol. A los dos minutos Xavi puso un córner y el central se sacó un remate de bandera a la escuadra de la portería para empatar el partido.
Después de estar moribundo la mayor parte de los minutos del partido, el gol le dió energías renovadas al Barcelona. Por minutos se veía superior a su rival. Sin embargo, cuando mejor parecía el partido para los culés, Messi tuvo una perdida de balón que dió pié a un contragolpe letal. El balón le llega a Bale en banda izquierda, este echa el balón largo y se mide con Marc Bartra en carrera. Una carrera que pasará a la historia, pues la “ locomotora de Cardiff “ como suele conocerse a Bale, carburó como nunca para dejar al central en evidencia en carrera. Una vez quitada las pegatinas a Bartra definió por debajo de las piernas de Pinto consiguiendo el 2-1 definitivo que cerraría el partido. El central culé, apuesta segura hace varios minutos, pasaba de héroe a villano.
Con la pérdida de la final, el Barça quedaba fuera de las 3 competiciones, con su casillero en blanco. Hecho que no sucedía desde hace muchos años, antes de que empezase el ciclo victorioso con la llegada de Guardiola y su legendario “Pep Team” del triplete. Los culés ya no eran una apuesta sin riesgo. El equipo dirigido por el Tata Martino quedaría sentenciado y se percibiría con el final de un ciclo que a los más nostálgicos les daría pena recordar.
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